La Memoria

Se sabe que las personas utilizan diferentes estrategias para memorizar. A veces mediante la repetición de frases, otras con trucos linguísticos o visuales. Pero una nueva investigación publicada en Neuron , vinculó esas estrategias con el desempeño de la memoria, para determinar cuáles son las más eficientes.

Además los investigadores se propusieron, mediante resonancias magnéticas, establecer la relación entre las estrategias aplicadas y la actividad cerebral que estas generaban en el momento de memorizar nueva información. “Estábamos interesados en explorar las diferencias individuales en la memorización – por qué algunas personas son mejores memorizando nueva información que otras”, dice Brenda Kirchhoff, autora de la investigación, junto a Randy Buckner de la Universidad de Washington . “Nuestra meta era determinar las estrategias que la gente usa y su relación con la performance de la memoria. En segundo lugar queríamos saber si las diferencias estrategias individuales para memorizar estaban asociadas a diferencias individuales en la actividad cerebral”.

Participaron en la prueba 31 estudiantes de la Universidad de Washington, todos ellos saludables, que tuvieron que “estudiar” imágenes de objetos reunidos en pares (por ejemplo un cerdo parado sobre una llave, o un canguro arriba de un tambor). La consigna era memorizarlos sin más indicaciones, por lo tanto los participantes estaban en libertad de utilizar cualquier estrategia para memorizar.

Claro que la puesta en juego de estas estrategias no es una novedad para la ciencia. “Sabemos que se utilizan para memorizar, lo que resulta novedoso de esta investigación es el intento de establecer una relación entre las estrategias y la zona cerebral que activan”, explica Facundo Manes, director Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro . “Aparentemente cuando la estrategia es verbal se activa el lóbulo temporal que está asociado a ciertos aspectos del lenguaje. Si la estrategia que se usa es visual, se activan partes posteriores del cerebro que tienen que ver con la capacidad viso espacial. La investigación abre una puerta interesante, pero no llega a una conclusión definitiva”, opina.

Según Kirchhoff, cuatro fueron principalmente las estrategias utilizadas por los estudiantes sometidos a la prueba. La primer posibilidad: una inspección visual para estudiar la imagen en detalle. Segundo, una elaboración verbal, es decir, los individuos construyen frases acerca de los objetos que ven, para recordarlos. Tercera, se construyen imágenes en movimiento, como dibujos animados, algo así como una relación interactiva entre los objetos a imaginar y un plus propio, que ayuda a recordar. Cuarto, un sistema de recuperación de datos en el que se asignan significados a los objetos o se los asocia a experiencias propias. “Aquellos individuos que usaron frecuentemente las dos primeras estrategias tuvieron mejor desempeño que aquellos que las usaron poco o en ninguna ocasión”, dijo Kirchhoff. “Hay una gran variabilidad en las estrategias que usan las personas cuando son libres de elegir sus propias técnicas de memorización. También descubrimos que la gente usa múltiples estrategias para memorizar nueva información”.

Además de la prueba de memoria, los participantes fueron sometidos a una resonancia magnética que registró el comportamiento de su cerebro durante el test. “Logramos obtener correlaciones significativas entre diferentes estrategias y actividad cerebral. Nos entusiasma ver que los diferentes patrones de actividad cerebral entre la gente podría ser explicada en parte por las diferentes estrategias de memorización utilizadas”, subraya Kirchhoff. Quienes usaron estrategias basadas en el lenguaje con mayor frecuencia registraron más actividad en zonas del cerebro que juegan un importante rol en el procesamiento de información acerca de palabras. En cambio quienes usaron en su mayoría estrategias visuales mostraron actividad en una región del cerebro importante para ver y recuperar información acerca de objetos.

Sin restar importancia sobre el potencial de la investigación, Manes subraya que no debe ser tomada como una prueba concluyente. “Encuentro una debilidad, no veo cómo pudieron determinar tipos puros de estrategia en los individuos. Porque en general, lo que sucede cuando alguien intenta memorizar es que estas estrategias se combinan y no es fácil distinguir una de otra”, dice. “De todos modos, el valor que le adjudico a este paper es el de abrir una nueva línea de investigación: la de establecer la relación entre estrategias y zonas cerebrales. Es una posibilidad interesante porque aprendiendo lo que pasa en el cerebro quizás tengamos más herramientas para tratar a pacientes con dificultades vinculadas a la memoria. Casos de pacientes con deterioro cognitivo leve, alzheimer inicial, traumatismos de cráneo o accidentes cerebrovasculares que afectaron zonas críticas de la memoria. Por ejemplo, lo que se hace para tratar casos en los que hay una zona afectada es compensar el déficit con el uso de otros dominios intactos. Entonces, conocer las vías neurales de las estrategias de memorización puede servir para estimular esas zonas del cerebro y mejorar la situación de estos pacientes”.

La relación entre el comportamiento y la actividad cerebral en este campo no había sido muy estudiada. “En el futuro estamos interesados en estudiar la performance de la memoria de adultos mayores y personas con dificultades para determinar si usan diferentes estrategias que aquellas que utilizaron personas jóvenes y saludables”, dice Kirchhoff. “Y el paso siguiente será ver si entrenando a la gente en el uso de diferentes estrategias los ayuda a mejorar su memoria”.

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