Nuevos Inversores Angeles
Si bien la función de aportar inversión a un emprendimiento productivo es tan antigua como lo es el mundo de los negocios, la versión contemporánea asociada con la figura de los inversores ángeles tiene una trayectoria más corta. Sin embargo, siendo tan crítico su rol de catalizador económico la pregunta a formular es si ese espacio de actividad no podría enriquecerse con la emergencia de una nueva generación de participantes.
Hoy por hoy los pocos inversores ángeles que se reconocen como tales son personas con experiencia y conocimiento profesional, ex empresarios, gerentes, consultores, auditores, etc., que lograron hacerse de un cierto patrimonio y están dispuestos ahora a movilizarlo invirtiendo en un portafolio diversificado de pequeñas inversiones. Sin duda que muchos más individuos de esas mismas características podrían devenir en inversores ángeles.
Por un lado necesitarían tomar conciencia de que ésta es una profesión en sí misma, con una incipiente pero cada vez más aceptada credibilidad social, y con interesantes perspectivas de retorno económico. Si bien toda inversión implica riesgos, la apuesta es que esos riesgos puedan ser acotados a niveles aceptables de mediar un activo esfuerzo de acompañamiento al emprendedor.
Una pregunta aún más audaz es si otros actores que hoy no incursionan en el ámbito de los inversores ángeles podrían llegar a hacerlo. ¿Quiénes serían esos otros actores? En principio organizaciones que pudieran reunir algunas o todas las características de los inversores ángeles. Por ejemplo, organizaciones de desarrollo de base empresarial, es decir ongs, fundaciones, institutos universitarios o programas especiales interesados en la generación de empleo y actividades productivas. No son hoy inversores ángeles, pero podrían serlo.
Está claro que existe el riesgo de la improvisación y del pobre conocimiento del mundo de los negocios por parte de los nuevos actores devenidos en inversores ángeles. Es posible que aquéllos sin experiencia y trayectoria en el mundo de los negocios incurran en más errores de apreciación y asesoramiento. Pero también es cierto que el universo de los inversores ángeles no puede ser un club reservado sólo para iniciados, cerrado a otros que deseen aportar lo suyo.
¿Cómo resolver esa tensión entre convocar la experiencia de negocios sin cerrar las puertas a otros actores y fuentes de capital interesadas en participar? Como en muchas otras situaciones similares: asociando voluntades complementarias.
Por un lado aquellas personas con la experiencia empresarial, financiera, legal necesaria y, por otro, a todos aquéllos que puedan aportar motivación, capacidad de gestión, contactos, capital y valores de responsabilidad social.
Esto es, se podrían conformar organizaciones de desarrollo de base empresarial para que cumplan el rol de verdaderos y efectivos inversores ángeles. Esas organizaciones reunirían en su seno la experiencia de negocios de algunos con la capacidad de otros de movilizar recursos, abrir puertas y asistir técnicamente y en gestión.
Sería el caso donde empresas líderes de tramas o redes productivas facilitasen la emergencia de inversores ángeles (personas u organizaciones) para que acompañen el desarrollo de su sector. De esta forma, quienes lideran o promueven cadenas de valor o “clusters” productivos buscarían atraer inversores ángeles para que inviertan en los diferentes eslabones de esas cadenas de valor. Con ello reforzarían la capacidad productiva del cluster mejorando su productividad.
Si esos inversores ángeles existen en la medida necesaria, el esfuerzo se concentraría en atraerlos a las oportunidades de inversión. La conformación de una red de inversores ángeles auspiciada por quienes lideran cadenas complementaris de valor podría ser un buen instrumento para ello. Si no existiesen los inversores ángeles, el esfuerzo se orientaría a conformar organizaciones que inviertan como si fuesen inversores ángeles para lo cual deberían contar con capital, buen gerenciamiento, capacidad para evaluar oportunidades de inversión y para agregar valor en la fase de acompañamiento de la inversión ya realizada.