Pirateria o Censura
Internet es un territorio muy parecido al real: la opinión florece con la actualización de un estado en una red social, como cuando uno se encuentra con un amigo en un café; el contenido pirata está en cualquier calle, incluso la cibernética, y si se pasa por una esquina oscura, es probable encontrarse con un asaltante, que bien puede ser virtual. Allí también hay intereses políticos y los activistas aprovechan el anonimato para expresarse más fuerte hasta pasar límites.
Esto se puso de manifiesto en las últimas semanas con iniciativas legislativas para combatir la piratería, cierre de portales que permiten descargas ilegales y anuncios de censura en redes.
Anonymous, el colectivo (que dice no serlo), promete un Marzo negro, una ciberprotesta para evitar que los usuarios dejen de comprar productos como retaliación contra las prácticas de la industria de la música y del cine, entre otras.
¿Qué pulso se mide en este territorio virtual? La discusión parece que va de un punto a otro y se vuelven difusos los conceptos.
¿Piratería o censura?
Maximiliano Firtman es un desarrollador argentino que tiene otra perspectiva como autor de libros y profesor online. Indica que detrás de la acción de una descarga es usual buscar una excusa para limpiar la conciencia: ‘que el contenido es muy caro’, ‘qué la empresa tiene mucho dinero’, ‘que deberían tener otro modelo de negocio’.
No obstante no se produce la misma reacción en otro ámbito. «Nadie va a un restaurante de lujo, cena y luego dice: ‘creo que no te voy a pagar porque es demasiado caro y no estoy dispuesto’. En este caso, «nos guste o no, respetamos la decisión del dueño del restaurante en fijar sus precios y si no estamos de acuerdo no entramos».
Añade que sí se cree en la libertad de expresión debería también respaldarse la decisión de los productores de contenido. Así, un creador tiene el derecho de decidir qué hacer con su obra: si la regala o cobra por ella.
Juan Rafael Álvarez Correa, investigador en seguridad informática es defensor ávido del software libre y usuario de Linux hace 15 años. «Eso mismo me hace ser respetuoso de aquel que desarrolle software propietario, quien tiene derecho a establecer las condiciones de uso», añade. El consumidor también puede decidir si el precio y la oferta se acomodan, complementa.
¿Y las leyes?
Para Diego Buitrago, abogado e investigador de derecho informático, las leyes de propiedad intelectual ya existen en el mundo físico y por ahora se busca su equivalente en el mundo virtual.
Todas las legislaciones como Hadopi, Sinde y Lleras (esta última se tumbó en noviembre de 2011), así como Sopa, pretenden, en síntesis, que el proveedor o servicio de internet bloquee un contenido que podría infringir los derechos de autor.
Pero hay que distinguir: una cosa es regular y hacerla efectiva, con todo lo que implican las iniciativas y otra es controlar los contenidos e internet, ese mundo abierto, libre y democrático, que está en el ideal de muchos.
Para lograr el consenso se requiere un «diálogo franco», explica el especialista, que permita lograr que en la práctica se aplique y se vuelva efectiva la ley sin pasar por encima de derechos esenciales.
Lo que por ahora parece no prosperar en un momento en el que la ciberprotesta está a la orden del día por parte de hacktivistas, como Anonymous, ese grupo de internautas que respaldados del anonimato y con los recursos de internet se unen para coordinar acciones.
«Los grupos activistas son clave para la mejora de la ley, pero esto debe hacerse en términos de desobediencia civil que es pacífica, pública y consciente». Otro asunto sucede cuando no hay claridad de motivos reales o desconocimiento de la Ley y se pone en riesgo la seguridad de muchas personas, complementa Juan.
Internet en parcelas
No hay que olvidar lo que representan Google y Facebook, emporios de internet que han «colonizado y sectorizado» las acciones de los usuarios de internet, dice Yan Camilo Vergara, director de Medellín Digital.
Se podría apelar al título de un documental de TV: El mundo se mudó a Google, y se podría titular como Territorio Facebook a «dos espacios que responden un poco al modelo clásico del monopolio en una era de transición hacía la resignificación del mundo, las fronteras y los nuevos despliegues del ser y la virtualidad», añade.
La llegada de una legislación es inevitable, explica Christian Van Der Henst, director de Maestros del Web.
Para él son oportunidades de educar a generaciones acostumbradas a ciertos servicios. Pero, no hay que subestimar el asunto. «Muchos sueñan con redes paralelas que definirán el futuro. Yo soy de este grupo», añade.
Nota : Maximiliano Firtman es director del Instituto ITMaster
www.itmaster.com.ar